jueves, 31 de diciembre de 2009

LUNA LLENA EN CANCER Y AGUA

Se acaba el año...éste que me dejó momentos único e irrepetibles...
...y se va una década...a la que estoy eternamente agradecida por lo mucho que aprendí...
¡¡¡gracias a la vida!!!...y hoy, aquí y ahora, en esta última tarde del año transcribo palabras de Clarissa Pinkola, de su libro (de mi libro, mi referente y mi norte) "Mujeres que corren con los lobos"....


Hay momentos en nuestra vida, por regla general al llegar a la mediana edad, en que una mujer tiene que tomar una decisión, posíblemente la decisión psíquica más importante de su vida futura, y es la de sentirse amargada o no. Las mujeres suelen llegar a esta situación al final de la treintena o principios de la cuarnetena. Están hasta la coronilla de todo, están "hasta el gorro", están "que ya no pueden más". Es posible que sus sueños de los veinte años se hayan machitado. Puede que haya corazanes rotos, matrimonios rotos, promesas rotas.
Un cuerpo que ha vivido mucho tiempo acumula escombros. Es algo inevitable. Pero si una mujer regresa a la naturaleza instintiva en lugar de hundirse en la amargura, revivirá y renacerá. Cada año nacen lobeznos. Suelen ser unas criaturitas de ojos adormilados con oscuro pelaje cubierto de tierra y paja que no paran de gimotear, pero que inmediatamente espabilan y se muestra juguetonas y encantadoras y sólo quieren estar cerca y recibir mimos. Quieren jugar, quieren crecer. La mujer que regresa a la naturaleza instintiva y creativa volverá a la vida. Sentirá deseos de jugar. Seguirá queriendo crecer tanto en profundidad como en anchura. Pero primero ha de tener lugar una purificación...
....Las mujeres han muerto mil muertes antes de cumplir los veinte años. Han ido en esta dirección y en aquella y se han quedado aisladas. Han tenido sueños y esperanzas que también se han truncado. Cualquier mujer que diga lo contrario es está todavía dormida. Todo esto justifica la existencia de los descansos...
....Debemos ser amabes con nosotras mismas y dar descansos a los aspectos de nuestra persona que se dirigían a algún lugar pero jamás llegaron a él. Los descansos marcan el lugar de la muerte, los momentos oscuros, pero son también billetes amorosos para el propio sufrimiento. Son transformativos. Nunca insistiré demasiado en la conveniencia de clavar las cosas en la tierra para que no nos sigan dondequiera que vayamos. Nunca insistiré demasiado en la conveniencia de enterrarlas.

MUJERES QUE CORREN CON LOBOS, Clarissa Pinkola